Las consecuencias del calentamiento global. ¿Cómo nos afecta?

Actuar ahora es vital para reducir las consecuencias del calentamiento global en las personas y el medioambiente, pero también para adaptarnos a ellas

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Veranos que se alargan, megaincendios, sequía... El cambio climático es real y ya percibimos sus efectos. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM),los últimos siete años —el período comprendido entre 2015 y 2021— han sido los más calurosos desde que existen registros, y 2020 fue uno de los tres más cálidos jamás registrados. En este artículo vamos a ver cuáles son las consecuencias de este calentamiento global para los seres humanos y el entorno natural. Y para comprender mejor toda esta realidad, hablamos con Joan Ballester, profesor en el instituto de Salud Global de Barcelona y experto en la materia.

El calentamiento global, ¿qué es y qué lo causa?

El calentamiento global hace referencia al aumento generalizado de las temperaturas del planeta. Esto está cambiando los patrones climáticos y alterando el equilibrio natural de los ecosistemas. Un cambio climático que, como veremos enseguida, implica riesgos para las personas y los demás seres vivos que habitan la Tierra.

«Estos cambios pueden ser naturales —dice la Organización de las Naciones Unidas (ONU)—, pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas». Lo que produce gases de efecto invernadero (abreviados GEI) que atrapan o retienen el calor en la atmósfera. Así y de acuerdo con la OMM, la temperatura global supera hoy los niveles preindustriales en más de 1 ºC.

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Infografía: consecuencias del calentamiento global

¿Cuáles son las consecuencias del calentamiento global?

Tal como muestra la «espiral climática», una animación diseñada por el climatólogo Ed Hawkins (Estudio de Visualización Científica de la NASA), que muestra valores desde 1880, las temperaturas globales se están descontrolando. Estas temperaturas más elevadas incrementan los incendios forestales, que se producen y propagan con más facilidad, o las enfermedades relacionadas con el calor. Pero el ascenso global de la temperatura supone otros muchos riesgos para los seres humanos y el planeta. 

Deshielo del Ártico y océanos que se calientan

La región ártica se está calentando a un ritmo acelerado y, debido a ello, la superficie de hielo marino continúa descendiendo. El derretimiento de los glaciares o grandes masas de hielo ocasiona a su vez un ascenso del nivel del mar, lo que supone una amenaza para las comunidades insulares y costeras, donde se concentra buena parte de la población mundial. Además, los océanos actúan como sumideros de carbono absorbiendo el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, y la acidificación de estos pone en peligro la vida marina.

Aumento de los fenómenos meteorológicos extremos

Los cambios a largo plazo de las temperaturas traen consigo modificaciones en los patrones de precipitación. Esto da lugar a tormentas más frecuentes e intensas y, con ellas, inundaciones, corrimientos de tierra u otras catástrofes meteorológicas que destruyen hogares, medios de subsistencia y provocan pérdidas humanas. También se intensifican los ciclones, huracanes, etc.

Pérdida de biodiversidad

Las condiciones meteorológicas extremas junto con las plagas y enfermedades ponen en peligro la supervivencia de muchas especies animales y vegetales, incapaces de adaptarse a estos cambios bruscos en el clima. La comunidad científica advierte de una posible sexta extinción masiva.

Escasez de agua

Crece el número de regiones afectadas por la sequía. Las tierras áridas o desérticas poco productivas se expanden. Se reduce así el terreno cultivable, con el consiguiente riesgo de escasez, desaparición o falta de alimentos, aumento del hambre y la malnutrición.

Inseguridad, pobreza y desplazamientos masivos 

El calentamiento global del planeta puede disparar las tensiones, poner en riesgo la paz y la seguridad internacionales, originando más conflictos o guerras. Conforme a datos de la ONU, los desastres relacionados con el clima provocan el desplazamiento de más de 20 millones de personas al año.

Riesgos para la salud humana 

El cambio climático facilita la propagación de pandemias y enfermedades como la malaria, incrementando las muertes y dificultando el funcionamiento e incluso colapsando los sistemas de atención sanitaria.

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Entrevista a Joan Ballester, de ISGlobal

De la incidencia del calentamiento global y sus consecuencias en la salud humana hablamos con Joan Ballester, profesor en ISGlobal, el Instituto de Salud Global de Barcelona.

Joan Ballester, experto en calentamiento global, es licenciado en matemáticas por la Universidad Politécnica de Cataluña y graduado superior en Meteorología y Climatología por la Universidad de Barcelona. En 2005 obtuvo el título de Máster en Océano, Atmósfera y Superficies Continentales en la Universidad Paul Sabatier y en la actualidad es Assistant Research Professor en ISGlobal.

—Según la Dra. Margaret Chan, directora general de la OMS, el cambio climático continuado tendrá profundas consecuencias negativas en algunos de los determinantes sociales y ambientales de la salud, como los alimentos, el aire y el agua. ¿El calentamiento global es ya un problema de salud pública?

—El cambio climático, existe, ya se manifiesta y sí es un problema de salud pública, porque está teniendo impacto sobre los patrones climáticos que existen en los distintos países. Básicamente lo que hace es aumentar de manera generalizada las temperaturas del planeta y mover los patrones de lluvia, de modo que hay algunos países donde estaban acostumbrados a que lloviera donde ya no lo hace como hasta ahora, y hay otros lugares en los que hay un incremento. Hay otros cambios, como el aumento del nivel del mar, que produce transformaciones sobre la costa. Todo esto tiene efectos sobre la salud, sobre la producción agrícola, etc. Y, efectivamente, afecta a la disposición de alimentos y a la calidad del agua, entre otras cosas.

—¿Es posible establecer patrones de comportamiento y de actividad que permitan adelantarse a futuros desastres naturales para prevenir sus consecuencias?

—El cambio climático es predecible si se entra en los supuestos. Es decir, si presuponemos un cierto nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, entonces habrá un cierto grado de calentamiento –siempre limitados por las incertidumbres– y esto tendrá un impacto sobre la variabilidad climática, por ejemplo en las latitudes europeas. Lo que los modelos climáticos dicen es que el deshielo ártico producirá una disminución del contraste térmico entre el Ártico y los trópicos. El deshielo quita esa ‘manta blanca’ que actúa como manta térmica haciendo que el Ártico se caliente a un ritmo muy superior al que se experimenta en el resto del planeta. El hecho de que disminuya este contraste es lo que produce que aumenten los ciclones en las latitudes medias, como la europea, y de que haya más variabilidad climática: zonas con sequía vivirán épocas alternas de lluvias torrenciales.

—Aumento del número de fallecidos por olas de calor, aumento de los desastres naturales y cambios de la distribución de enfermedades potencialmente mortales. ¿Hemos empezado a sufrir las consecuencias ya en España, o aún lo vemos como algo lejano?

Las temperaturas en España han aumentado un grado en las últimas tres décadas. Esto ha sido cuantificado, es inédito y es una consecuencia directa del cambio climático inducido por el ser humano.

—Las áreas urbanas son especialmente sensibles al cambio climático, y a la vez las tendencias demográficas indican que cada vez nos concentramos más en las ciudades. ¿Cómo se puede mitigar ese riesgo urbano?

—La clave no está en mitigar, sino en adaptarse. ¿Cómo nos podemos adaptar? Yo conozco el caso de Barcelona, donde existe el plan clima que se acaba de presentar. El primer paso es hacer estudios científicos para ver cuáles son las áreas de las ciudades más vulnerables: no es lo mismo un barrio pobre que un barrio rico, ni uno muy urbanizado que uno con muchos jardines y estructura horizontal, no es lo mismo un lugar con proporción alta de gente mayor que uno con gente joven. Describir todo esto es muy importante a la hora de decidir dónde se hacen las medidas de adaptación. Básicamente, lo que se puede hacer es poner parches. El cambio climático en las ciudades es difícil de paliar. Lo más obvio es poner aires acondicionados, pero también se pueden poner azoteas con vegetación, reducir la contaminación por tráfico… Pero todo es un working progess, un trabajo que se está desarrollando por iniciativa, sobre todo, de asociaciones de ciudades que se han juntado para desarrollar estrategias.

—¿Cuál es el papel que juega la investigación médica en la lucha contra el cambio climático?

—El cambio climático tiene muchas implicaciones. Son tantas las actividades del ser humano que dependen del clima y del tiempo que, cuando cambia esto, hay repercusiones sobre muchas áreas distintas. La investigación médica es solo una consecuencia del cambio climático, para poder estudiar todo aquello que es más sensible para el organismo humano. Es igual de importante que la investigación sobre la seguridad alimentaria, la que estudia los patrones migratorios… Por ejemplo, muchos estudios médicos están centrados en los campos de refugiados, donde la población es más vulnerable y, por tanto, siente cualquier cambio del clima de manera mayor.

—¿Es suficiente con los fondos de la cooperación internacional?

—Es cierto que nos encontramos que, con la crisis económica, uno de los grandes hachazos fue para la investigación. Siempre parece que en este país, y quizá en otros también, la investigación es la última de las prioridades y somos los que primero recibimos los recortes. Esto lo que hace es destruir los cimientos que se han creado durante muchos años, que cuestan mucho construir y que necesitan una financiación permanente. Lo que se ha tardado años en construir, se destruye en un instante.

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Minimizar el impacto del calentamiento global

Es preciso reducir en lo posible el impacto del calentamiento global causado por el ser humano. Para ello, los países han de comprometerse con medidas concretas, como disminuir drásticamente las emisiones contaminantes para el año 2030 con el fin de limitar el calentamiento a lo fijado en el Acuerdo de París (esto es, 1,5 ºC). Asimismo, los ciudadanos debemos luchar contra el cambio climático con acciones individuales como las que la ONU nos indica en su campaña «Actúa ahora».

Tomando las palabras del profesor Joan Ballester, la clave está en adaptarse. Los esfuerzos por combatir el cambio climático deben ir acompañados por avances en materia de adaptación y resiliencia. Este año, el lema del Día Meteorológico Mundial, celebrado el 23 de marzo, ha sido «Alerta temprana y acción temprana» con objeto de destacar el papel de la información meteorológica y climática en la reducción del riesgo de desastres. Estamos a tiempo de actuar, de conseguir que nuestras acciones climáticas contribuyan a minimizar los efectos o consecuencias del calentamiento global, así como de reforzar mutuamente nuestra adaptación al clima que viene.

 

Elisabeth Lahoz

 


Bibliografía y fuentes de información